El truco de la vida es saber quedarse con lo bueno. No pensar en las cosas que han afectado en tu vida, haciéndote más fuerte, como una desgracia que nunca querrías haber pasado. Yo no me arrepiento de absolutamente nada de lo que me ha pasado, porque todo aquello que me hizo daño, me permitió darme cuenta de que tengo que ser fuerte, buscar siempre lo mejor, aunque no sea lo que prefiera, y tirar hacia adelante por muy duro que sea. No nos podemos quedar estancados en el pasado, porque es algo que nunca volverá. Si nos quedamos viviendo en los recuerdos, nuestra alma se consumirá, y solo seremos cuerpos llenos de negro dolor. Si vivimos en el pasado, jamás podremos disfrutar de las maravillosas cosas que nos prepara el presente, y tal vez el futuro. Y sé que a todos nos duele el pensar que, lo que un día fue, desapareció y ya nunca volverá. Pero todo el mundo se cansa de llorar, todo el mundo se cansa de sufrir día tras día por algo que ya no existe, que no existirá nunca más. Yo ya me cansé de derramar lágrimas pensando en lo que pudo ser y no fue, ya me cansé de caminar por la vida con un rostro hundido y un cuerpo movido por el dolor. Me harté de convivir con los espectros de un mundo ideal, con la esperanza maldita y teñida de negro. Me cansé de esperar, sentada con una taza de café, mirando por la ventana por saber si algo bueno entraría en mi vida. Y, justo cunado pensé que tocaba fondo, que ya no volvería a salir, que mi alma estaba tan condenada como aquella negra esperanza, una voz dentro de mi cabeza me dijo 'ya basta, eres libre'.
Los recuerdos son bonitos, te hacen llorar, reír, reflexionar... Pero solo son recuerdos, y no podemos vivir nuestra vida a través de ella, porque la vida es algo más que blanco y negro.
Porque desatarte de esos recuerdos para vivir el presente es una de las mayores libertades que existen.
