domingo, 27 de febrero de 2011

A su lado sería más fácil.

Pensé que podría recuperarme de todo lo malo que me estaba pasando con él, a su lado, y tenerlo siempre, y no sentirme siempre tan hundida. Mi alma se desvanecía de mi cuerpo y se acercaba a donde él estaba, mientras mi mente intentaba retenerla. Confiaba en salir de esta, tenía una esperanza, una profunda esperanza que se desvaneció como el viento se lleva las marchitas hojas de otoño, casi tan inútiles como yo en estos momentos. ¿Y qué si me quedan aun muchos años por vivir? No quiero seguir viviendo en un mundo que me oprime el corazón diariamente, que día tras día es una nueva derrota, un mundo que se empeña en hacerme sufrir. Y si, puede que me lo merezca por fallar una, dos, tres o incluso más veces. Pero aun así, ¿no se merece todo el mundo una segunda oportunidad? O en este caso, ¿una cuarta oportunidad? O acaso es que en esta sociedad ya no queda un sitio para mi. Tal vez mis palabras sean demasiado tristes, tal vez demasiado suicidas, pero es un sentimiento que cada vez se me pasa más por la cabeza, una idea a la que antes temía y ahora abrazo. Quizás pudiera vivir muchos años, quizás encontraría la felicidad formando una gran familia basando en una mentira, porque sé que te seguiré amando a pesar de todo. Quizás tuviera fama y dinero. Pero sé que eso no llegará a pasar nunca, porque yo soy cada vez más débil y esa idea cobra fuerza en mi interior, poco a poco, haciendo mella en mi. Y tal vez algún día te des cuenta, aunque sea demasiado tarde para mi. No, no tengo remedio, no intentes cambiarme, yo ya lo he hecho. Porque las personas no cambian, pero yo me he convertido en un cuerpo muerto por dentro. Adiós.

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