domingo, 27 de febrero de 2011

Dámelo.

Dame algo a lo que aferrarme en las frías noches de invierno, en las que yo doy mil vueltas en mi solitaria cama, sintiendo cada vez más que la vida se me escapa de las manos sin que yo pueda remediarlo. Dame tu calor, tu seguridad, esa que hacía que todo pareciera ir bien aunque realmente todo fuera de puta pena, porque realmente eso era lo que tu hacías. Y lo necesito ahora, no ayer ni mañana, no, lo necesito hoy. Y quiero vivir el presente a tu lado, de forma que no me arrepienta de nada de lo que haga, que cuando tenga un par de años más pueda mirar atrás con orgullo y poder decir que si, que hemos pasado las de dios, que nos hemos enfadado, que hemos sufrido, pero que hice lo correcto. Que hice lo correcto diciendo todo lo que estoy diciendo, que hice lo correcto dejando el orgullo atrás, el orgullo que me impidió tantas cosas en mi vida. Pues si, esta vez, y solo esta vez, va a hablar el corazón, no el orgullo. Y el corazón está roto, el corazón está dañado, pero el corazón es masoquista y quiere todavía más de ti. Quiero llenar mis pulmones del aire que tu respiras, y que por mi cuerpo circule sangre con sabor a ti. Que mi corazón lata al compás del tuyo, que seamos solo una persona, que una eternidad a tu lado sea apenas un segundo. Y tu lo sabes. Tu sabes que tal vez no soy la mejor persona, que tal vez no lo demuestro como mucha gente lo haría, pero te estoy diciendo que si, que te amé, que te quiero, que te necesito, que me siento desesperada por volver a verte... Que lo daría todo por abrazarte de nuevo, que lloro cuando recuerdo todo por lo que pasamos. Que no se ni siquiera como explicarte con palabras todo lo que soy capaz de escribir.
Que un día decidí que ya era suficiente orgullo, lo dejé aparcado, y fue cuando todo nos empezó a funcionar. Ojalá la próxima vez que aparque mi orgullo nos sirva para darnos de nuevo una oportunidad. Te quiero




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