martes, 20 de septiembre de 2011

Allí estaba, haciendo daño.

 Recordando lo que ya había pasado, ideando un futuro inexistente, inventando una vida mejor. Mi rencor, tu cobardía, mi temor, tu prepotencia. Éramos dos y estábamos hechos el uno para el otro. Hechos para destruírnos, y eso nos gustaba. Nos gustaba porque ya nos habíamos acostumbrado a pelear, a morir por dentro, a llorar, a amar tanto que nos doliera todo solo de pensarlo. Y no sé si era amor o un castigo divino. ¿Querer o odiar? Hoy todavía no sé qué era lo que nosotros teníamos. Solo sé que te encantaba la manera en la que tú me mentías, y a mi me encantaba la manera en la que yo lloraba. Pero sobre todo me encantaba la manera en la que yo me vengaba y tú caías rendido a mis pies. Hoy todavía no he llegado a comprender si mi venganza se ha completado del todo. Es una duda que siempre permanecerá en mi corazón. Pero ahora no puedo hacer nada para averiguarlo, solo esperar a que algún día me eches en cara todo el dolor que te he causado, y así sabrás todo lo que he aguantado a lo largo de tantos meses, todo lo que no voy a volver a aguantar, todo lo que lloré y luché por ti. Solo así te darás cuenta de que he crecido y de que soy más fuerte. Ahora yo soy la cruel, y tú solo eres una persona más de la multitud que puedo llegar a despreciar. Te quise, pero ni te quiero ni te querré nunca más. Nuestra historia acabó hace tiempo, lo sé, nunca he tenido el valor de afrontar la realidad... hasta hoy.

                                                                                                                 4 de mayo de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario