Recordando lo que ya había pasado, ideando un futuro inexistente, inventando una vida mejor. Mi rencor, tu cobardía, mi temor, tu prepotencia. Éramos dos y estábamos hechos el uno para el otro. Hechos para destruírnos, y eso nos gustaba. Nos gustaba porque ya nos habíamos acostumbrado a pelear, a morir por dentro, a llorar, a amar tanto que nos doliera todo solo de pensarlo. Y no sé si era amor o un castigo divino. ¿Querer o odiar? Hoy todavía no sé qué era lo que nosotros teníamos. Solo sé que te encantaba la manera en la que tú me mentías, y a mi me encantaba la manera en la que yo lloraba. Pero sobre todo me encantaba la manera en la que yo me vengaba y tú caías rendido a mis pies. Hoy todavía no he llegado a comprender si mi venganza se ha completado del todo. Es una duda que siempre permanecerá en mi corazón. Pero ahora no puedo hacer nada para averiguarlo, solo esperar a que algún día me eches en cara todo el dolor que te he causado, y así sabrás todo lo que he aguantado a lo largo de tantos meses, todo lo que no voy a volver a aguantar, todo lo que lloré y luché por ti. Solo así te darás cuenta de que he crecido y de que soy más fuerte. Ahora yo soy la cruel, y tú solo eres una persona más de la multitud que puedo llegar a despreciar. Te quise, pero ni te quiero ni te querré nunca más. Nuestra historia acabó hace tiempo, lo sé, nunca he tenido el valor de afrontar la realidad... hasta hoy.
4 de mayo de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario