lunes, 24 de diciembre de 2012

Glück gibt Schmerzen

La vida está llena de obstáculos que tendrás que ir superando a lo largo de tu vida. Las indecisiones y los problemas te harán caer una y otra vez, y notarás que a veces no tiene sentido levantarse y seguir luchando. Hasta la felicidad tiene inconvenientes.
Cuando estás entre los 14-15 años y te enamoras por primera vez, todo es maravilloso. Solo piensas en estar a su lado, en ser feliz, en sonreír junto a la persona a la que quieres y que las cosas duren cuanto más, mejor.
Pero a medida que pasan unos dos, tres años y llegas a la recta final de tus estudios de Bachillerato empiezas a plantearte cosas más serias. Cosas tales como tus estudios fuera de la ciudad en la que vives, alejarte de todo lo que quieres y de todo lo que te hace feliz. Y claro, todo se complica cuando tienes pareja. El que las personas seamos diferentes genera situaciones buenas y malas. A medida que vas creciendo tienes que tomar decisiones serias y más serias, decisiones que cambiarán tu vida.
Al empezar este curso pensaba que cuando me marchase de aquí, no echaría nada de menos. Realmente no tenía motivos para quedarme, lo único que me apetecía era irme lejos a estudiar y conocer gente nueva... No sé, ser una persona nueva en un lugar nuevo y dejar atrás estos años que tan oprimida me han tenido. Pero cuando empecé con él, empecé a replantearme estas cosas. ¿Qué pasará cuando yo me vaya? ¿Tendremos que dejar lo que podamos tener o tendremos que sufrir la distancia? Suelo ser una persona decidida en estos temas, siempre tuve bastante claro lo que quería estudiar y más o menos dónde quería estudiarlo. Pero ahora todo es indecisión, todo es pensar en eso y no poder evitar entristecerme. No quiero tener que escoger entre una cosa u otra, porque bien es cierto que no he sido capaz de conocer la felicidad hasta que lo conocí, hasta que él me dio la oportunidad de ver las cosas desde una mejor perspectiva.
En fin, hasta la rosa más bonita tiene espinas, tendré que aprovechar estos meses antes de saber si la rosa me desangrará antes de quitarle las espinas.

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