jueves, 28 de julio de 2011

Siempre tú, nunca yo...

 El día que te conocí fue uno de los mejores de mi vida. Me ayudaste en todo cuanto necesité, nunca te quejaste cuando yo necesitaba desahogarme o cuando te pedía favores casi imposibles de hacer. Tú siempre estuviste ahí para todo lo que fuera.
Me gustaría haber estado hoy allí.
Me gustaría haber podido detenerlo todo, me gustaría haber hecho tantas cosas por ti... o por lo menos darte las gracias por estos meses de vida.
Nunca esperé que la primera noticia que recibiría al llegar a casa fuera que tú estabas en el hospital por una estúpida pelea.
Nunca supe lo que es sentir como te vas quedando sin alma mientras te dicen que estás luchando entre la vida y la muerte.
Nunca sentí que las palabras me llegaban a montones y no sabía ordenarlas, y como las lágrimas caían a montones mientras los médicos decían que quizás nunca te volvería a ver.
Me quedé allí, sentada, mirando a ningún lugar, cogiéndote de la mano.
A día de hoy se me olvidó decirte que te quiero, espero que tú lo recuerdes estés donde estés. Me gustaría haberte dicho todo lo que sentía y lo especial que tú eras para mí, mi mejor amiga con diferencia y que no podía hacer más sin ti. Que mi vida sin ti estaba vacía
Me gustaría cambiar ese momento y poder estar yo en tu lugar... Me gustaría apretarte fuerte la mano y que te despertaras, me hablaras, me escucharas, me sonrieras como solo tú sabías...
¿Cómo es el vacío? ¿Es tan frío como lo pintan? Tranquila, sé que algún día no muy lejano nos volveremos a ver en la otra sombra del sueño...


Casi dos años han pasado desde que te escribí esto. Y sé que si algún día lo leyeras, estarías más que orgullosa de mí. Por todo lo que he conseguido a lo largo de este tiempo, todo lo que he madurado, en parte gracias a ti.
He llorado muchísimo estos dos años, pero nunca lloré tanto como el día en que te fuiste definitivamente. No me importó gastarme 5 euros cada día durante un mes solo para verte, aunque solo pudiera estar dos horas sentada en esa fría mesa viendo como tu vida se consumía. Recuerdo que el día que nos dejaste yo no fui a verte, tenía una competición. La mejor carrera de mi vida. Y la peor noticia. Ahora ya lo tengo asumido, porque me has hecho fuerte, me has hecho aprender a llorar solo por lo que de verdad importa, y que cuando una amiga se va hay que alegrarse, porque nos volveremos a ver y entonces será para siempre.

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