martes, 21 de agosto de 2012

El me dijo, déjate llevar


Como una promesa rota que, con el tiempo, se va olvidando. Se recogen sus pedazos y desaparece la ilusión por lo que un día fue. Así es la vida, un cúmulo de desgracias que acaban con todos los sueños esparcidos por un suelo que el tiempo va devorando. La felicidad no está al alcance de todos, al contrario de lo que suelen decir. Hay gente que, directamente, nunca encontrará la felicidad porque  nunca ha llevado el camino correcto. Y yo soy una de esas balas perdidas, de esa gente que admite que nunca será feliz, pero que no tiene miedo de no serlo. Así soy yo, vivo la desgracia día tras día y me acuesto cada noche deseando que sea la última. ¿Deprimente? No. Realista. Después de todo lo vivido, después de todo lo encontrado, solo puedo desear que se acabe ya. Terminar con el dolor que me devora las entrañas y aliviar el sufrimiento que me comprime el corazón. Ser libre, muerta pero libre, porque de todas formas, siento que mi interior ya está muerto.

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